Alfredito, ¿puedo ir a tu casa?

Banfield está repleto de mitos. A uno de ellos le decían “Sandro”, pero acá era el vecino Roberto. En las calles se dicen muchas cosas de él. Que era muy amable, que entraba y salía sólo en su auto. Que salía a caminar por las madrugadas para respirar el aire fresco sin que nadie lo molestara. Que se disfrazaba hasta con bigote para ir a comer a la pizzería de la vuelta de su mítica casa de Beruti y Acevedo.

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Esa pizzería es La Astral que lleva 55 años en el barrio, 45 de ellos en French y Acevedo. Y no está equivocado quien dice que allí iba Roberto a comer, pues él y su primer esposa, María Elena, eran muy amigos de Alfredo y Pety, los dueños del lugar.

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Ahí están ellos, sentados en la última mesa. Muestran cierto gesto de desconfianza ante el pedido de una entrevista. Tal vez los antecedentes que tienen de los cronistas explique el porqué de la actitud.

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Pety no repara en recuerdos para María Elena: “Si podía hacer algo para ayudarte lo hacía. A las fanáticas las ayudó para que entraran, porque Roberto no quería. Había algunas que venían cuando no venía nadie y ella le decía “Roberto, por favor mirá el sacrificio que hicieron” dice Pety, que agrega que “era dulce para hablar”.

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¿Cómo fue el primer contacto con Roberto?

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– Él nos quiso conocer porque todo el mundo le hablaba de nosotros, éramos famosos por la cantidad de gente que venia acá. Antes hacíamos hasta postres, pero ahora no es lo mismo. María Elena venia mucho acá, y se llevaba muy bien con todos los comerciantes. Un día llamó, al otro día envió una rosa, y a los 15 días vino por primera vez. – Dice Pety, que de a poco también comienza a sonreír.

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– Fue Hermoso –continúa Pety- Alfredo le agradeció que nos haya invitado a la casa, porque no cualquiera, y él le dijo “dejáte de embromar Alfredito, vos sos Alfredo y yo Roberto, y chau”.

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¿Y estar en la casa de él como era? ¿Música, charlas, cine?

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– Música siempre, pero nunca de él. Una  vez le pregunté porque no se escuchaba a él, y dijo “Yo acá soy Roberto Sánchez”. No me acuerdo que escuchaba, era música que ponían los jóvenes, los hijos de María Elena y a él le gustaba.

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¿Sobre que charlaban con él?

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– No le gustaba hablar de su carrera, ni de política ni de religión. Hablábamos de la casa, de sus viajes ¡se conocía todos los países! Contaba de cuando tocó con los músicos de Sinatra. De cuando era joven y tocaba enLa Cueva. Contabadonde había nacido, donde vivía y como era la casa que tenía. Que el padre repartía vino. Un día me dijo “Alfredito, a mi me gustaría andar como vos, por la calle, pero no puedo salir, salgo y me matan”. Por eso después hemos caminado por el barrio a la una de la mañana, charlando tranquilos.

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– No quería manejar por eso –interviene Pety- decía “me llego a llevar a alguien por delante y van a decir que estaba drogado o borracho” ¡Con lo que le gustaban los coches! Andaba siempre con chofer.

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Él venía a comer acá…

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Si, cualquier día. Llamaba un ratito antes de venir y se  sentaba de espaldas ala puerta. Nosotrosjamás en la vida le dijimos a nadie.

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Entonces, no es cierto el mito de que venía disfrazado para reunirse con amigos los martes.

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– No, ¿eso dicen? es mentira. Hay tantos mitos, tanto que dicen. Él se sentaba de espaldas a la puerta para no llamar la atención, pero si entrabas a comprar algo o a comer y lo veías, él no tenía ningún problema. Una vez entró una señora con unas nenas y le hizo unos dibujitos y charló con ellas. (Aclaración del cronista: estas eran unas niñas de unos 6 a 8 años, y no sus “nenas”). Venía con amigos, igual después cerrábamos para que esté tranquilo.

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A cada rato entra alguien a pedir una muzzarella, o a consultar si ya están haciendo sus clásicos helados artesanales. El local parece detenido en el tiempo, en 1987, 88 como mucho. Y las fotos que Roberto se sacó allí son prueba de ello: Nada ha cambiado. Por la Astral pasó Roberto, y si bien Pety y Alfredo no pueden asegurar a ciencia cierta si fueron por recomendación suya luego de una visita a su casa, también pasaron por allí María Marta Serra Lima, Valeria Lynch, Jorge Luz y Charly García: “se sentó en esta mesa que estamos hablando, estaba con remera roja” recuerda Pety.

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“Nosotros lo respetamos muchísimo a Roberto. Puede ser que de allá arriba se de cuenta de eso” dice melancólica Pety, que se declara fanática solo de su marido.

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¿Qué le gustaba comer?

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– (Pety se sonríe) Mirá, te voy a contar algo que nunca conté. Cuando me preguntaban eso yo les decía “vayan y preguntarle a él”. – Y siguió con un gesto como diciendo “ahora vos no le podes preguntar”- Le gustaba la pizza calabresa, la de jamón y morrones. El helado de limón y el chocolate.

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Acá vivió desde el ´82, ¿cierto?

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– No me acuerdo. En esa casa vivía Silvia Fernández Barrios. Era un chalet en el medio que lo reformó todo, le hizo “arriba” porque no tenía. Era un chalet, lindo, pero no lo que tenía él. Después compró el lote sobre Acevedo, que era la clínica del Doctor (Oscar) Allende, que fue Gobernador. Lo demolió y quedó como parque. Él quería hacer un museo, pero su heredera lo vendió y van a hacer edificios parece. – Dice Alfredo con nostalgia y pena.

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– Mis hijos jugaban a la pelota en la vereda de él, si salía se las pateaba, jugaba un poco con ellos. – interviene una cada vez más verborrágica Pety.

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Roberto, María Elena y las visitas

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Pety era amiga personal de María Elena. A veces, Roberto le llevaba visitas a comer y no le avisaba, y como siempre le faltaba algo, entonces le iba a pedir a su amiga gastronómica: “Pety, salvame que necesito ´esto´ me decía,  y nosotros teníamos. Una vez le pidió cordero a la menta, y le faltabala menta. Nosotrosteníamos por la heladería”.

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A esa estrella sin aires de divo le gustaban las mascotas, tuvo varios perros, uno de ellos se llamaba Mitre. También tuvo conejos, una gallina, un gallo peleador, un papagayo y un loro que lo perseguía y lo insultaba. “Corrían en círculos en el terreno que sale a Acevedo, ¡Y el loro lo puteaba a Roberto! Un día se escapó el loro, y lo encontraron acá enla esquina. Alguienlo vino a buscar y se lo llevó”.

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Son muchas y curiosas las historias de fans que venían a Banfield para conocerlo. “Un pibe una vez se vino de Tucumán y le trajo empanadas, él no lo recibió, vino para acá y se las terminó comiendo Alfredo. También una señora humilde que cobraba la jubilación y venía a verlo. ¡Tres horas de viaje tenía! Vivía en Garín y se llamaba Dora, una vez vino con plantas de rosas para Roberto”.

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En los cumpleaños, las “nenas” después iban a La Astral a festejar, y María Elena les pagaba el café a muchas señoras que no tenían dinero. Pety cuenta que a Roberto le “gustaba tomar champagne, pero como tenía siempre el cigarrillo en la boca la botella quedaba ahí, en el hielo”.

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¿Le preguntó alguna vez por el cigarrillo?

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– Me clavó la mirada y no me contestó nada. Yo me dije “Pety metiste la pata”. María Elena me dijo “le dijiste lo peor que le podrías haber dicho”. Me acuerdo que fue para su cumpleaños número 50: ojala lo hubiera dejado ahí, todavía estaba bien.

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Cuanto más charlamos con Pety, más importante se fue haciendo la figura de María Elena, casi como un nexo entre el astro y el barrio. Su compañera, un cable a tierra. “Roberto se enojaba porque quería que ella saliera con mucha pinta a la calle, pero ella era muy sencilla. Se arreglaba sólo para salir con él”.

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Tenía una familia muy pequeña, ¿Uds. creen que sentía cierta soledad?

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– Tenía una tía sola, que vivía en Ezeiza. Estaba prácticamente solito. – Dice Alfredo –

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– En la mesa de su casa estábamos él, la tía, yo, María Elena y Alfredo. Eso no lo hace cualquiera. Las fechas complicadas eran las fiestas. Tenía unos primos, pero no los vi nunca. –Agrega Pety-

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A Roberto, que también tenía una buena relación con la dueña de Las Vegas, mítica confitería que está frente a La Astral, le gustaba hacer regalos: perfumes, flores. Sus amigos “del medio” fueron Jean Franco Pagliaro, Nora Lafont, Raul Porchetto y Jairo. Como La Astral sólo cerraba los martes, nunca Alfredo y Pety pudieron ir a verlo actuar, hasta que hizo la famosa serie de 18 Gran Rex en 1993, Roberto les dio entradas para la segunda fila, y se ubicaron junto a Estela Raval, Fernando Bravo y León Gieco. “Toco un martes Pety, tienen que venir a verme si o si” les dijo Roberto.

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En La Astral  se respira melancolía y algo de angustia. Es difícil llegar y lograr que Alfredo o Pety cuenten algo del ídolo. Pero estar ahí, sentarse en esas mesas y saber que allí comió Roberto Sánchez su preferida pizza calabresa es un masaje al alma. Y es en esa mesa del fondo, donde Pety y Alfredo contaron estas cosas, que están las fotos que prueban la amistad con Roberto y María Elena, tal vez el único registro público de ella.

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María Elena se separó de Roberto hace unos años, “no me acuerdo bien cuando” dice Pety. Falleció aproximadamente un año después que Roberto. La ciencia dice que por causa de su diabetes avanzada, pero otros tantos prefieren creer que decidió volver a cuidarlo a él, siempre sobre el cielo de Banfield.

 

Por Hernán Bañez

Versión completa y autorizada por los entrevistados de la nota publicada en “El Banfileño” Nº3, el 01/12/12.