El equipo chico versus uno de los cinco grandes. El pobre contra el rico. David y Goliat. El campeón moral y el tricampeón. La definición del torneo de Primera División de 1951 tuvo todos los condimentos para grabarse a fuego en la memoria del pueblo futbolero argentino. Banfield y Racing pelearon mano a mano el título del certamen que además tuvo su tramo final en medio de la campaña electoral en la que Juan Domingo Perón buscaba (y finalmente conseguiría por amplia mayoría) la reelección como presidente de la Nación. El estadio del club de Avellaneda llevaba el nombre del General y se decía que gozaba de demasiados privilegios gracias a las gestiones del ministro de Economía, Ramón Cereijo, fanático de la Academia. El Taladro, por su parte, contaba con la simpatía de Eva Perón, quien fiel a sus principios quería que ganaran los humildes, algo que finalmente no ocurrió. Víctor Raffo, hincha del elenco del sur del Gran Buenos Aires, se sumergió en esa historia apasionante que su padre tanto le había contado de pequeño, y le terminó de dar forma a Todos unidos triunfaremos, libro que vio la luz el mes pasado.
Siguiendo su camino
“Nací en Banfield y viví toda mi vida a cinco cuadras de la cancha”, saca a relucir sus credenciales Raffo, y explica el porqué de su obsesión con lo que ocurrió a principios de la década del 50: “Desde chico iba a la escuelita de fútbol que funcionaba pegada al estadio del club, cuyo director era Luis Bagnatto, que había sido subcapitán del equipo del 51. Y al ser del barrio, crecí escuchando leyendas, anécdotas, epopeyas de aquella campaña gloriosa. Por eso, cuando decidí volcarme al periodismo sentí que tenía que hacer algo para contar esa historia”.
A mediados de los 90, Raffo salió a buscar testimonios para empezar a reconstruir aquella gesta del equipo de sus amores que lo dejó a las puertas de un título nacional. “Entrevisté a todos los jugadores de Banfield que encontré, que andaban por los 65 años, y en 1996 publiqué Campeón moral 1951”. Lo escribí como hincha de Banfield y para los hinchas de Banfield –confiesa Víctor–. Sin embargo, el libro giró mucho y hasta inspiró el guión de una película que se llamó Evita capitana, del año 2000, un mediometraje que le fue muy bien en festivales de cine en Europa. Fue mi primer libro, yo era un periodista y escritor muy novato, pero gustó en el ámbito de historiadores de fútbol”.
Más de 20 años después, la editorial Sur le propuso reeditar ese libro y el autor aceptó pero con ciertas condiciones. “Les aclaré que no iba a ser igual, sino que lo iba a reescribir”, señala Raffo, y argumenta: “Por un lado porque no quería que sea sólo para hinchas de Banfield, y por el otro porque en todo ese tiempo había recopilado mucha más información. Y, obviamente, había que buscar otro nombre. Cuando me propusieron Todos unidos triunfaremos, me cerró por todos lados porque el libro describe una interna dentro del primer gobierno peronista y porque entre las máximas peronistas esa fue la que más difícil le resultó poner en práctica al partido”.
La realidad efectiva
Raffo aclara de entrada que, a diferencia de su antecesor, Todos unidos “habla mucho de Racing y aquel no hablaba nada”. “El libro pretende ser una acuarela que describa cómo era el fútbol durante el primer peronismo –continúa–, que fue un gobierno que tomó al deporte como política de Estado impulsando la construcción de una gran estructura, que incluyó estadios de fútbol. Y en eso tuvo mucho que ver el ministro de Economía que era Ramón Cereijo, un hombre muy identificado con Racing”.
Tras remarcar los “beneficios económicos” para la institución de Avellaneda, cuyo “favoritismo generó mucho resentimiento y por lo que se lo llamaba Sportivo Cereijo”, el escritor revisionista del deporte argentino rememora sobre la épica final reflejada en su flamante obra, que tuvo como protagonistas al club de sus amores y al del General: “Fue una lucha muy emocionante entre el mejor plantel de la Argentina y el mejor técnico, por el lado de Racing, y Banfield que era un equipo sin suplentes, 11 jugadores, sin DT, pero que hizo una campaña impresionante y le vino como anillo al dedo al gobierno porque la recta final coincidió con la campaña electoral de 1951 en la que Perón consiguió la reelección”.
“La prensa identificada con el gobierno motivaba al pueblo trabajador para que se identificara con Banfield por su condición de humilde, de pobre, de trabajador. Lo vendió como una lucha entre el rico y el pobre, el siempre campeón y el desheredado de las tablas de posiciones”, recuerda el cronista, que trabajó durante 18 años en el Archivo TEA y DeporTEA. “Paradójicamente, o no, se impuso el rico y no el pobre, y la Academia consiguió el tricampeonato. Pero Banfield se convirtió en el primer chico que «casi» sale campeón. Hubo que esperar hasta 1967 para que Estudiantes sea el primer campeón que no fuera Boca, River, Independiente, Racing y San Lorenzo”, se enorgullece este hincha banfileño.
Por último, el autor no quiere dejar afuera de este juego a la abanderada de los humildes, que tiene un “papel importante” en las páginas de Todos unidos triunfaremos. “En 1951, Eva ya estaba enferma, lo que la llevó a renunciar a la candidatura a la vicepresidencia por cuestiones de salud. Pero antes de eso, ella percibe lo que estaba ocurriendo, que un equipo chico tenía posibilidades de salir campeón y le habría manifestado a su círculo más íntimo su deseo de que salga campeón por primera vez un equipo pobre y chico, y no otra vez uno grande y rico. Entonces las finales estuvieron rodeadas de rumores extrafutbolísticos que la terminaron convirtiendo en una final entre Ramón Cereijo, ministro de Economía, y Eva Duarte de Perón, Primera Dama”, afirma.
El peronismo es como el tango
El peronismo empezó a correr por sus venas desde la más temprana edad, como el fútbol. Es que Víctor Raffo, vecino del Florencio Sola, creció escuchando historias en la voz de su padre, “un peronista de toda la vida” que presenció el Día de la Lealtad. “Su primer trabajo fue a 16 años, en 1950, como cadete en el frigorífico Anglo. Presenció el 17 de octubre, ya que vivía en Pompeya y vio las columnas que llegaban desde el Gran Buenos Aires cruzar Puente Alsina y cómo la gente se quedaba arriba del puente mientras la policía lo levantaba”. El viejo falleció el año pasado, y Víctor asegura que “esa escena se le quedó grabada hasta el último día de su vida”.
“En mi casa, en la mesa, se hablaba mucho de política”, recuerda este fanático del Taladro. Y para quienes aún no comprenden al movimiento que creó Juan Perón, los tranquiliza: “El peronismo es como el tango: los tangueros te dicen que cuando sos joven te quedes tranquilo que el tango te va a esperar y cuando seas grande vas a ser tanguero. Bueno, el peronismo te espera. A medida que vas creciendo te vas haciendo más peronista”.
El historiador repasa las conquistas que el deporte nacional obtuvo durante el gobierno de Perón: “Sin lugar a dudas que fue durante esa época que la Argentina cosechó la mayor cantidad de medallas olímpicas. Y no es casual, porque había un apoyo integral a todo el deporte. En los Juegos de Londres, el maratonista argentino Delfo Cabrera ganó la de oro en lo que fue, si se quiere, el mejor gol a los ingleses. Y pasaron los años y eso no ocurrió nunca más”.
Sin embargo, su relación con la pelota en los pies no pasó de una infancia en la escuelita de su Banfield querido, y de picados con amigos. “Hace mucho que no juego al fútbol. A lo largo de mi vida lo jugué esporádicamente, hubo épocas en las que jugué mucho y otras en las que ni tocaba una pelota”, confiesa el hombre de 49 años con pasado como volante por derecha, o en su defecto, marcador de punta. De todas maneras, del alambrado para afuera fue “muy seguidor del Banfield, y hasta hace unos 10 años atrás estaba muy metido en el día a día del club, pero ahora ya no”.
Raffo lamenta haber presenciado, “por motivos laborales”, pocos partidos del campeonato logrado con Julio César Falcioni como entrenador en 2009, y asegura que el mejor jugador que vio con la verde y blanca puesta fue Javier Zanetti, hoy vicepresidente del Inter de Italia. “Recuerdo un partido en cancha de Boca en el que ganamos 2 a 1 con gol de Julio Cruz, que esa tarde debutaba. Ese partido lo ganó el Pupi. Fue el último año que jugó en Banfield y después se fue a Europa”.
Combatiendo al capital
La latente amenaza de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol argentino representa una preocupación para Víctor Raffo, quien cuestiona al gobierno de Mauricio Macri, principal impulsor de las empresas como dueñas de los clubes. “Estos sistemas existen en las principales ligas del fútbol mundial, por lo que hoy jugar en la Primera del fútbol argentino es como tener una franquicia en la NBA, es jugar en una de las cuatro o cinco principales ligas del mundo. Por más que seas un equipo sin hinchada como Arsenal de Sarandí, es una plataforma desde la cual se pueden hacer muchísimos negocios, por eso sería lamentable que lleguen al país”. Y ejemplifica con el gerenciamiento de Quilmes: “Cuando las cosas salieron bien ganó la SAD y cuando las cosas fueron mal perdió el club”.
En cuanto a la actualidad del deporte de la redonda en estas tierras, el escritor no ve con optimismo lo que viene, y califica como “paupérrima” a la dirigencia argentina. “En esta coyuntura en la que el país está cada vez peor, en que la vida es cada vez más cara y difícil, con un blindaje mediático que protege todo el tiempo al gobierno para que la gente sienta que está bien aunque esté mal, que Boca esté dos años seguidos punteros me hacía recordar aquello que se decía de Francisco Franco, que cuando la situación se le complicaba políticamente decía que había que hacer jugar al Real Madrid”, analiza el periodista, y sintetiza: “El país está re mal pero Boca sale campeón y están todos contentos”.
Por Por Santiago Garat y Facundo Paredes para Redacción Rosario