Diogenes y su linyera anduvieron por las calles de Banfield

Tabaré Gómez Laborde, conocido artísticamente solo como Tabaré, creador de Diógenes y el Linyera, vivió varios años en Banfield. Desde aquí creó muchas de las historietas que varias generaciones leyeron día a día.

Diógenes es un perro común y se encarga del remate cómico con solo su pensamiento, ante los dichos de su dueño, el Linyera, que habitan en una plaza de Buenos Aires. Ambos fueron creados por Tabaré en 1977 para la contratapa del diario Clarín y después de pasar por varios guionistas, entre ellos Jorge Guinzburg, Tabaré se hace cargo también de sus guiones actualmente.

Tabaré, historietista nacido en Uruguay, fue influenciado de pequeño por grandes como Walt Disney, Walter Lantz, y Dante Quinterno, el creador de Patoruzú y Patoruzito, entre otros; e incursionó en el género de la historieta inspirado en las de humor para niños como El gato Félix, La pequeña Lulú y Popeye. “Muchas de esas historietas perdieron su encanto cuando se volvieron dibujitos animados, lo lindo era mirarlas en papel e imaginarse”, afirma con nostalgia el dibujante.

¿Cómo comenzó a trabajar en Clarín?

-A través de Hermenegildo Sábat, le mostré mis laburos, los presentó en el diario y a los dos meses salió increíblemente mi primera publicación. Gustó.

-¿Qué sensación sentiste al ver tu trabajo publicado por primera vez en un medio de alcance nacional?

-Recuerdo que vivía en una pensión con mi esposa, un día sonó el teléfono yme dijeron: “¡Salió tu tira en Clarín!”. Después, fui corriendo a comprar el diario.  Fue como ganarse el Quini 6.

-¿Y tu esposa que dijo?

-“¡Al fin largo los trapos, la escoba y el palo de amasar”! (risas) No, mentira, seguimos viviendo en la pensión en Boedo porque económicamente no estábamos bien, después nos mudamos a Banfield, luego a Turdera y nos quedamos para siempre en zona sur. Vivi 10 años en Banfield, en Vieytes y Tucumán, no me acuerdo los años.

-¿De quién fue la idea de Diógenes y el Linyera?

-La revista Humor o Chaupinela, no me acuerdo con exactitud, tenía en el borde superior de las páginas una historietita de un tipo muy roñoso con un perrito que iba corriendo. Lo había hecho sin querer para rellenar. Guinzburg y Abrevaya vieron el dibujo y me pidieron que lo haga para una historieta.

-¿Qué diferencias había entre el Diógenes y el Linyera guionado por Jorge Guinzburg al guionado por Carlos Abrevaya?

-Yo aprendí de ellos. Guinzburg era más de la chispa, del chiste del momento, del remate. El estilo de Abrevaya era más para pensar. Después hubo problemas entre ellos y se separaron.

-¿Si Diógenes hablara sus palabras serían tan punzantes como sus pensamientos?

-Nunca me imaginé que Diógenes hablara, siempre lo hicimos ladrando, pobre. No sé, quizás sea un boludo hablando (risas). A veces cuesta transformar a los pensamientos en palabras.

-¿Cómo era el proceso de producción de las tiras, se reunían a tirar ideas para el siguiente número? ¿Cómo se organizaban?

-Había un plantel bárbaro pero nunca tuvimos contacto entre los tres para juntarnos a hacer la tira como la gente cree, jamás. Ellos me daban los guiones, yo los dibujaba y los llevaba al diario. Nunca nos reunimos para ver qué hacíamos para mañana, para pasado o para el mes que viene. Lo que ocurre es que los guionistas saben cómo uno piensa. Hacen el guión adaptado al dibujante, por eso te convocan.

-¿Cómo ves el futuro del humor gráfico en la Argentina?-No lo veo, porque no hay. Hoy por hoy no hay variedad de medios que publiquen historietas. Sólo los diarios, y el circuito ya está cerrado. Cuando yo empecé era el furor de la historieta, había revistas a patadas. Hacía más de 30 páginas por mes, no me daba el tiempo, me quedaba hasta las tres de la mañana y no paraba de dibujar.

-¿Es diferente el humor de ahora respecto al de antes?

-No creo que haya cambiado el humor, creo que cambió el público de historieta gráfica. Los chicos ahora tienen computadoras, se sienten atraídos por el movimiento, el ruido, el color y acá (pone su mano sobre las tiras) está todo muy quietito. Tenés que imaginártelo. Para que vuelvan a interesarse por la historieta tendríamos que educar a toda una generación que tiene problemas para desarrollar la imaginación porque las nuevas tecnologías les dan todo servido.

Tabaré aclara que si puede seguir dibujando lo hará por que le gusta, pero que ya no pasa 24 horas sin dormir dedicado al trabajo. Afirma que no le interesa transcender porque la vida avanza muy rápido. “Yo pienso mucho en los tipos que me rodeaban: Caloi, Guinzburg, Abrevaya, Fabregas, de aproximadamente 60 años, se fueron todos. Mis gustos son modestos: pasear, ir al club todos los días, disfrutar de los nietos, no quiero nada más”, dice firme Tabaré, dueño de un talento y una creatividad que son marca registrada y una humildad inigualable que ya ha trascendido.

Otros de sus personajes más conocidos son Max Calzone, Aspirante a Padrino, el cacique Paja Brava, el conquistador, Kristón KolónEustaquio.

 

El linyera y su perro son dos personajes de esos que muchas veces vemos en las grandes ciudades, ya sea Buenos Aires o el mundo:  los vagabundos con un perro como Diógenes, durmiendo en las calles o plazas. Hace cinco años se lo homenajeó con una  escultura que está ubicada en la calle Marta Lynch al 400, dentro del Parque Mujeres Argentinas, en el barrio porteño de Puerto Madero, realizada por el escultor Pablo Irrgang.

“Yo era mozo en una pizzería, y por la proximidad iba a ver a Nacional, después de trabajar me iba al Centenario a ver a Nacional. Pero sigo a Banfield… ¡¡Hicimos 3 el otro día!!” dice el uruguayo nacionalizado argentino cuando se le pregunta por el fútbol. “Yo paraba en el Defensores de Banfield, había una barrita que iba a la cancha, e íbamos con mis dos nenas que eran chiquitas, cortábamos papelitos y nos íbamos con otros matrimonios”

Con respecto al penal no cobrado a Nicolás Bertolo en Copa Libertadores dijo: “Me tengo que declarar imparcial, yo de chiquito era de Nacional”.

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Contiene fragmentos de la nota de Macarena Ros González