Viaje al centro de la tierra I

Mercedes_Sosa_en_1980¿Cuántas veces nos estremecimos escuchando la cándida voz de Mercedes Sosa? ¿Quién no ha silbado alguna vez una Zamba de Atahualpa? El folklore nos ha acompañado siempre durante nuestras vidas, sin la necesidad de ser un fiel aficionado a dicho género. Es que nuestro folklore está ahí, en nuestro aire, y es tan parte de nuestra vida como el colectivo, el mate o el dulce de leche. Por ser algo tan nuestro, muchas veces pasa desapercibido ante nuestros oídos y ni siquiera sabemos que es realmente lo que estamos escuchando, cantando o silbando.

Pero primero a lo primero: acabemos con la creencia de que para que algo sea considerado folklore, lo tiene que tocar un gaucho emponchado. Si pensás que esta música suena sólo en Cosquín, si crees que la Sole y el Chaqueño son los inventores del género, y si no podés diferenciar una Zamba de una Chacarera, esta nota es para vos. Y si sabés todas esas diferencias, igual podés quedarte a leer el texto. A lo mejor uno nunca sabe, y termina aprendiendo algo nuevo.

Empecemos aclarando que significa la palabra folklore. Se trata de un término utilizado por vez primera por William John Thoms, un arqueólogo británico que proclamaba la necesidad de recopilar, estudiar y cuidar a todos los valores culturales de raíz popular. El termino Folk (pueblo) Lore (saber), empezó a sustituir a viejas expresiones como “Literatura popular”. Esta búsqueda que proponía Thoms no era algo nuevo. Otros europeos, como Erasmo de Rotterdam, Jacob y Wilhem Grimm o Aristóteles, habían hecho dicha búsqueda y recopilación de material anónimo y tradicional con anterioridad. Pero todo fue un esfuerzo individual de cada uno de ellos. Recién con el interés de William Thoms, la valoración y recopilación de la cultura popular tomó un impulso significativo. En 1878 se funda en Londres la Folklore Society, encargada del ordenamiento del saber popular y tradicional inglés. Pronto un compendio de valiosas supersticiones, costumbres, leyendas y fábulas sintieron una importante revaloración. Y como no podía ser de otra forma, la música de origen popular también fue incluída.

El término folklore tuvo rápido alcance mundial, y la Folklore Society fue imitada en muchas partes del mundo.  Por supuesto que existen innumerables folklores (uno para cada pueblo del planeta), que incluyen desde literatura hasta creencias de matíz religioso. Pero aquí queremos hacer foco en el folklore argentino. Los primeros recopiladores folklóricos de nuestra heterogénea cultura, dividieron al mismo en tres ramas. La primera de estas era el Folklore propiamente dicho, el cual tenía que ver con la cultura regional tradicional y anónima, que estaba viva ahí en lo más profundo de nuestro territorio, alejado de las luces de las metrópolis. Si, esa viejita de Embarcación, allá en el norte de Salta, haciendo un tejido con su telar a la manera que lo hacía la abuela de su abuela; o un trabajador rural cuyano domando un caballo; o el platero de 25 de Mayo –Bs As- decorando un facón con la ciencia de los días de antaño. Eso era folklore propiamente dicho: algo propio de un lugar y hecho en ese mismo sitio

martin-fierro-2Otra de las consideradas ramas de nuestro saber popular era la Literatura Gauchesca. Sin embargo el origen de la misma era diametralmente opuesto al punto anterior. Esta literatura surgió en la ciudad de Buenos Aires y fue inspirada por escritores en muchas ocasiones, con un nivel educacional universitario. Sin embargo los temas que abordaban tenían que ver con la vida campestre de la Pampa Húmeda. El lenguaje utilizado era el hablado por los gauchos de esos lados. Textos como Martín Fierro o Don Segundo Sombra son muestras de este tipo de literatura parte de nuestro folklore.

La última de las ramas era la Proyección Folklórica. Se decía que todo el material folklórico reinterpretado por artistas alejados de su propia tierra, no era folklore propiamente dicho, sino Proyección folklórica. Así, Balderrama del Cuchi Leguizamón sería una proyección, dado que fue grabada en estudios de Buenos Aires y difundida por medios de comunicación en todo el país y el mundo. Este concepto no abarcaba solamente a los artistas más reconocidos. Si José de Santiago del Estero tocaba una Chacarera bajo un árbol en los esteros santiagueños, su Chacarera era considerada folklore. Si José viajaba a Entre Ríos a visitar a su hermano Pedro, y con su misma guitarra interpretaba la misma Chacarera, eso era considerado proyección, dado que ya no lo hacía en su Santiago natal, sino en tierras en donde el folklore era otro.

Esta división del folklore en tres ramas correspondía como ya se ha mencionado, a una visión que sostienen aún hoy los recopiladores e investigadores de nuestro saber. Pero hoy esa división está quedando en desuso, dejando lugar a una visión popular contemporánea, la cual considera folklore a todo lo tradicional que sea interpretado en su lugar de origen o bien en otros lados. Esta manera de entender al folklore considera parte del mismo a una zamba del Cuchi tocada en su Salta natal, o bien en un escenario de la calle Corrientes. Lo que se conoce como proyección folklórica ahora se interpreta como una fusión con otros géneros. Muchos llaman a esto Folklore Moderno, el cual suele ser mezclado con Tango, Jazz o Rock. Algunas pocos elementos del llamado folklore moderno (que en verdad hoy ya peina varias canas) fueron haciéndose comunes en el folklore tradicional. Ver por ejemplo hoy una batería o un bajo eléctrico en Cosquín no le llama la atención a nadie. Sin embargo, la fusión de nuestra música no es algo aceptado por las masas y es aún hoy, y a pesar de su ya dicha antigüedad, un género de poca difusión.

Aclarado estos puntos generales, vayamos a la cuestión folklórica que interesa a este artículo. ¿Qué es nuestra música folklórica? ¿qué consideramos folklore y que no? Ya dejamos atrás discusiones dogmáticas, ahora vayamos a lo puramente musical. Una buena definición de la música folklórica, es aquella que habla de una mezcla de elementos musicales autóctonos con el instrumental y los conocimientos armónicos europeos, sumado a un importante factor rítmico importado del mundo árabe y de la cultura africana. Esta definición, que no la he deducido mientras escribía este artículo, sino que pertenece al Instituto Nacional de Musicología, hace una importante diferencia entre la música folklórica recién descrita y la Música Aborigen. Esta última no es considerada parte de nuestro folklore, dado que se mantiene inmaculada y sin influencias de naciones exógenas. Así como los criollos no aceptaron esta expresión, los aborígenes suelen ser celosos de mostrarle su música a gente que no sea de su comunidad. Al no recibir influencias de otras naciones, la estructura armónica, melódica y rítmica de esta música es distinta a la de cualquier otro género, aunque a su vez, están emparentados con expresiones de pueblos aborígenes de otras partes del mundo, incluso ubicados en nuestras antípodas.

Mapuches-danzando_01Entrar en la discusión sobre si la Música Aborigen debería ser considerada parte de nuestro folklore, es un debate más que interesante. Para quien escribe, si debería serlo, dado que está convencido que el respeto es una de las bases más importantes en las que se cimienta cualquier sociedad. A la vez, la discriminación es una enfermedad que corroe a cualquier nación. Decir que la música de los Mapuches no es parte de la música argentina sería un error. Pero dejemos el debate para otra ocasión y sigamos adelante con el resto de nuestra música.

Las influencias que tiene nuestra música de otras culturas, varia de acuerdo a cada lugar de nuestro país. A la Argentina llegaron muchos inmigrantes provenientes de diversas partes del mundo. Entonces la influencia española, italiana, inglesa, francesa, judía, polaca, alemana, árabe y africana, se deja oír en nuestra música, en mayor o menor medida dependiendo de la región y como consecuencia, del estilo musical. Por supuesto el elemento autóctono estará siempre presente en todas las variantes folkloricas. Puede no haber elementos franceses o italianos por ejemplo, pero siempre existirán elementos locales heredados de las culturas aborigenes.

En el próximo artículo de este viaje folklórico, iremos viendo los estilos particulares de cada región, con sus danzas, canciones y artistas. Veremos en que zonas predominan los elementos más antigüos y autóctonos, y en que zonas los aportes inmigrantes poseen mayor importancia. Pero mientras tanto debemos despedirnos y esperar al próximo número de este viaje, en donde nos espera el folklore de nuestro Altiplano.

[Continuará en proximas ediciones]

Por Leonardo Lambardi
Las fotos ilustrativas pertenecen a Mercedes Sosa, tapa del Martín Fierro de José Hernández y una danza Mapuche.