Javier
Sanguinetti y el pueblo banfileño debe inflar el pecho por éste grupo de
jugadores que tan bien representan la camiseta del club. En Córdoba, y con un
hombre menos, no mereció perder ante un equipo Tallarín de muy buenos
jugadores. El primer tiempo fue parejo, así todo el local se iba en ventaja 2 a
1. También allí marcó el gol en tiempo de descuento. Galoppo, definiendo
bárbaro a un costado, había puesto el merecido empate parcial. Ya en el
complemento, y con la desventaja, un error infantil de Luciano Lollo dejó al
equipo con 1 menos. Había que aguantarlo, y tratar de empatarlo. Pero el
Taladro no se conformó con aguantarlo y lo fue a buscar. Generó varias
situaciones de gol y de tanto ir, tuvo su premio. Penal a Corcho Rodríguez que
Juan Álvarez canjeaba por gol. Era el 2 a 2 y se venía el final del partido.
Pero en una de las últimas, los cordobeses se lanzaron al ataque y lograron la
victoria. Fue un duro golpe para un Banfield que nada tiene para reprocharse.
Dieron todo y merecieron mejor suerte ante un buen equipo como lo es Talleres.
Los del Archu demostraron estar a la altura, tener carácter, personalidad y las
ideas claras a pesar de la adversidad. Todo lo que tiene que tener un equipo
campeón. Se puede analizar el rendimiento individual, pero Banfield sigue
siendo un equipo con todas las letras. No lo pudo dar vuelta, como había ocurrido
en Santa Fé, pero demostró que no será fácil vencerlo y que se perfila para ser
el mejor de su grupo y disputar así la gran final de la Copa Diego Armando
Maradona. Gracias jugadores y cuerpo técnico por la entrega y el compromiso.