miércoles, 14 de septiembre de 2016 - 23:58

¿Te acordas hermano…

Opinión por Hector Giambuzzi. Que tiempos aquellos en los que el cero era sagrado?: En cuatro partidos oficiales nos convirtieron nueve goles, algo impensado en otra etapa de Falcioni.

Recuerdo esas épocas en las que te acomodabas en tu lugar en la cancha y esperabas el momento en que llegue esa jugada que terminaba dentro del arco contrario, que sabías que el cero en el tuyo estaba garantizado. Te acordas cuando los medios nacionales hablaban de lo duro y difícil que era jugar contra Banfield?.

El dicho popular, todo tiempo pasado fue mejor, hoy es una realidad en el mundo Banfield, en cuatro partidos oficiales nos convirtieron nueve goles, algo impensado en otra etapa de Falcioni.

Arrancamos el segundo semestre con tres competencias por delante y ya dos pasaron a la historia, nos queda solo el torneo local, donde no comenzamos de la mejor manera, te queda la esperanza de saber que es largo y tenés tiempo de recuperarte, pero la imagen que estamos dando no es la más esperanzadora.

Dicen que el fútbol te da revancha, que el amor incondicional del hincha a la camiseta te genera ilusiones de un posible triunfo, solo los jugadores y el cuerpo técnico pueden hacer realidad esa ilusión, de ellos depende que una ciudad entera viva feliz, porque este deporte a aquellos que lo amamos apasionadamente nos saca de la realidad cotidiana.

Quiero volver a ver ese equipo invulnerable, temible que en casa, que le ponga el pecho a las balas cuando visitamos al rival, quiero volver a sonreír, a festejar, a disfrutar de esos noventa minutos que me dan esa alegría indescriptible, solo ustedes en la cancha lo pueden lograr, es mucho pedir?.

La paciencia se termina, se vienen dos partidos de visitante, nos veremos las caras nuevamente frente a San Martin de San Juan, esos dos partidos determinarán el recibimiento de la gente, si fuese hoy sería carente de elogios, dos exámenes para cambiar insultos por aplausos, para cambiar el rumbo incierto que estamos transitando.

Es mucho pedir que se justifique desde el campo el esfuerzo del hincha incondicional que se rompe el lomo laburando, juntando pesito por pesito para poder pagar una entrada carísima a cambio de noventa minutos de una película que hasta ahora no tiene un final feliz.

El vaso esta lleno, una gota mas lo hace rebalsar.