De Canchallena.com. Eran cómplices. Camaradas de aventuras, estación de por medio. Lanús y Banfield eran amigos, los unía el amor, sólo divididos por el espacio geográfico. El tiempo es otro: no sólo creció el enfrentamiento hasta límites insospechados, también se señalan con el mismo concepto degradante: Pingüino.
Al menos, en el campo futbolero. La historia de Lanús y Banfield tuvo un prólogo sentimental y, con la intolerancia de las últimas décadas, se transformó en altanera rivalidad.
No siempre viajaban en la misma escena. Cuando Banfield estaba en primera, Lanús andaba en el ascenso. O al revés: cuando el Taladro caía en el sótano, el Granate volaba en las alturas. Los nostálgicos recuerdan que el clásico tradicional de Banfield era con Los Andes (los dos conjuntos del distrito de Lomas de Zamora) y el de Lanús era contra Talleres de Remedios de Escalada (entidades del distrito de Lanús). Banfield, además, tenía una intensa rivalidad con Racing, por la inolvidable final de 1951, que incluyó fábulas con Perón y Evita. La antipatía de Lanús, por esos años, era mayor con Quilmes.En la década del 60 y del 70, el fútbol creció en el Sur hasta límites insospechados. Como el estadio de Banfield era el único de la zona con todas comodidades (tribunas de cemento y con iluminación), en las noches de verano se organizaban torneos. Cuadrangulares de hacha y tiza, con dos partidos por noche, con hinchas de Banfield y Lanús en la misma tribuna; y con fanáticos de Los Andes y Quilmes, unidos, en la otra frontera. También solían participar formaciones de Talleres y Temperley.Era una etapa romántica. Cuando se enfrentaban de modo oficial, los hinchas cantaban "¡Banfield y Lanús, unidos en el Sur!". Hinchas de Banfield celebraban triunfos granates y fanáticos de Lanús festejaban victorias del Taladro. Compartían las calles, vestidos con la indumentaria de sus pasiones. Con alegría, sin resentimientos.Hacia fines de los años 80, la genuina amistad se acabó con huellas violentas entre las barras, cuando empezaron a abundar en el tablón hombres de mala vida. El encono se acentuó en las dos últimas décadas, con continuidad en primera. En el nuevo tiempo, los jóvenes lo crearon como el "clásico del Sur", porque los otros equipos de la barriada se mantuvieron en el letargo del ascenso, con las excepciones pasajeras -o no tanto- de Quilmes y Temperley.Es extraño: los fanáticos "se acusan" con el mismo concepto futbolero. Los hinchas de Banfield les gritan "pingüinos" o "pecho fríos" a Lanús, porque en los partidos, los vestidos de verde, en la teoría, juegan con más garra y los vestidos de granate imprimen un juego vistoso, aunque no tan efectivo. Con el mismo juego perverso -la temperatura corporal-, Lanús señala a su rival, respaldado en sus títulos (Conmebol 1996, Apertura 2007, Sudamericana 2013). Lo que es un misterio es saber quién empezó con esta lucha psicológica.En el mano a mano, Banfield (sólo logró el Apertura 2009) lleva una amplia ventaja de nueve partidos, que se achicó en los últimos años, con las excelentes campañas granates. El fútbol los unió. Y también, los separó para siempre. (Fuente)