Por Loana Soane Mosquera. Se acerca ese partido que te hace vibrar la panza. La tradición, los colores. Por un domingo de clásico, de fiesta y de Banfield.

Se acerca el día y no das más de las ansias. Lo único que queres es estar ahí, en el Lencho, alentando a Banfield, defendiendo los colores desde la tribuna.
Sabes que por El Taladro hiciste de todo y lo volverías a hacer mil veces porque si hay algo que te hace feliz es ir a la cancha y sabiendo que es un clásico todas esas emociones se multiplican por mil.
Y vos sos uno de ellos, o mejor dicho, uno de nosotros. Podes estar entre los que organizan una semana antes el típico asado de domingo con amigos y de ahí arrancan para Peña y Arenales, entre los que no hace falta decir nada para saber que ese día le ponen la camiseta a sus hijos y los llevan orgullosos, acordándose de como sus viejos hacían lo mismo cuando eran pibes, entre aquellos otros que caen de traje porque tienen que combinar a el hincha/laburante en una tarde y entre aquellos otros que lo van a mirar por la tele o escuchar por la radio, a la distancia, porque la vida fue esquiva y no pudo dejar que estén ahí, justo en donde querían.

En fin, sabés que vas a estar ahí, de cuerpo, mente, alma o lo que sea, pero vas a estar. Y si ganamos vas a chicanear a los rivales, a ganarte todas esas cosas que de seguro apostaste y si no vas a putear pero te aseguro que al día siguiente vas a estar con la camiseta por la calle orgulloso. ¿Cuantos recuerdos se te vinieron a la cabeza ahora, no?

Decime: ¿No es hermoso ser hincha del club de barrio más lindo del mundo? Este domingo somos todos uno, lo sabes, vas a estar sintiendo este amor llamado Banfield, como siempre.