miércoles, 18 de abril de 2012 - 11:58

Hebert Birriel y la enseñanza a los más chicos



Cuando arribó a Banfield, allá en 1984, Hebert Birriel se hizo cargo de la escuela de fútbol infantil. Además de desempeñarse como jugador del equipo de Primera División, se dedicó a enseñarles a los más chicos.

Hoy su presente es diferente, ya que no es más futbolista y cuenta con una innumerable cantidad de anécdotas, pero a pesar de ello, también está a cargo de la escuela, buscando preparar a los chicos y enseñarles todos los secretos del fútbol.

“Cuando llegué en el ’84, estaba muerto de hambre, y fue el club que me dio de comer. Ahora volví a darle un poquito de lo mucho que me dieron a mí”, comenta el uruguayo con lágrimas en sus ojos y emocionado por estar nuevamente en el Taladro.

Birriel proviene de México, donde estuvo radicado por 29 años y formó una familia. Es por eso que debió viajar a dicho país, regresando en 15 días para retomar sus actividades.

“Me encontré con 600 alumnos, un estadio y un Campo de Deportes que no existía, deportes que antes no había y con sus directivos correspondientes, un club en crecimiento. Ahora, hay que conseguir dar ese salto para ser aún mejor”, señaló el flamante Coordinador.

Y en esa búsqueda de seguir levantando el nivel, señaló que una de las cosas que falta es “trabajar más unidos, trabajar específicamente para los chicos y para sus familias”.

En su nueva gestión, Birriel dejó en claro que lo “más importante” cuando se trabaja en una escuela de fútbol “es formar al chico”. Y comparó esa enseñanza, con la construcción de una casa.

“Si no hacemos los cimientos, es imposible hacer una buena casa. Creo que el club estaba haciendo todo, pero faltaban unos buenos cimientos ¿Qué significa eso? Preparar al chico para lo que se encuentre en la vida y después para el fútbol”, señaló.

Desde su llegada, una de las primeras cosas que eliminó fue la lista de espera. “¿Te imaginás si a mí me decían que había una lista de espera cuando lo que más quería era venir a Banfield?

Eso le pasó a algunos chicos, que hacía casi un año y medio que estaban esperando”, comentó.

Además, repatrió a los chicos de la camada 1998, quienes el año pasado se despidieron de la escuela, porque “tienen 14 años y hay que seguir trabajando con ellos, inculcándoles el amor por el club”.