miércoles, 12 de junio de 2002 - 00:10

"Me gustaría que Banfield pelee arriba"

Algunos lo creyeron un loco cuando se hizo cargo del primer equipo de Banfield, porque muchos lo daban por descendido. En las primeras diez fechas del torneo Apertura del año pasado, con la conducción de Ramón Ponce, primero, y Gustavo Barreiro, después, los del Sur sólo habían obtenido tres puntos por sendos empates. Sin embargo, Luis Garisto Pan- como todo uruguayo le gusta que se lo mencione por su doble apellido- confió en los jugadores y en su propio trabajo y experiencia.

Así se echó a la aventura de mantener al Taladro en primera y lo consiguió, con una muy buena campaña en el último torneo Clausura. Tanta fe se tenía que cuando firmó el contrato les exigió a los dirigentes que agregaran una cláusula por la que recibiría un premio especial por salir campeón, no por salvarlo del descenso.

"Mi obligación era la de mantener a esta centenaria institución en primera división; ¿por qué iba a pedir un reconocimiento adicional? Felizmente lo conseguimos, con mucho esfuerzo y sacrificio por parte de todos", aseveró Garisto.

Sobre la recuperación del conjunto luego de tan mal comienzo, afirmó: "Hubo que trabajar mucho en lo psicológico permanentemente, porque lo táctico los muchachos lo comprendieron con rapidez, pero cuando se alternaban resultados positivos con otros negativos había que mantenerlos como a las tarariras , a media agua, que no se fueran para arriba con los triunfos ni muy abajo con las derrotas".

Son varios los equipos en el fútbol argentino que contaron con sus servicios en momentos muy críticos. Por eso cree que llegó el momento para buscar algo más importante. "Uno sueña con estar en la cima; me gustaría que Banfield pelee arriba, pero aún con los directivos no hablamos de los objetivos y de las condiciones en los que está el club para contratar refuerzos. Ojalá se concrete mi anhelo, aunque hay sueños que se truncan y nunca se hacen realidad", reflexionó el entrenador.

Junto al preparador físico Aníbal Matonte, charrúa también, la mayoría de los días los pasa en la concentración de Banfield, en el predio de Luis Guillón, pese a que su esposa y su hija habitan en un departamento en Barrio Norte. Al respecto el ex zaguero central de Independiente (1969-1973), con el que ganó varios títulos internacionales y cumplió su sueño de jugar en la Argentina, aclaró: "Una de las cosas que me decidieron a continuar en esta institución fue el emocionado cariño que me demostraron los hinchas cuando nos salvamos del descenso, y la otra es el magnífico campo polideportivo con el que contamos para trabajar con suma tranquilidad. Es más, para uno, que es del campo, resulta inigualable levantarse a tomar mate bajo los árboles y con el trinar de los pájaros. Algún día en la semana nos vemos con mi señora, que con 33 años de casados ya sabe cuál es el reglamento general. Los dados están echados: somos amigos, amantes, esposos y padres".

Hizo hincapié en un tema que no será exclusivo de Banfield: la promoción de los juveniles. Garisto sostiene que "tanto el fútbol argentino como el uruguayo les darán rápida incursión en primera a los jóvenes jugadores de las inferiores; a veces sin la suficiente maduración, porque la difícil situación económico-financiera por la que atraviesan los clubes genera una sangría permanente de futbolistas que emigran al exterior, a los que no se les puede cortar las alas y es el medio para que ingresen divisas. Por eso, yo alterné a varios con los profesionales y los tendré muy en cuenta en la nueva temporada". (LA NACION)