En el taller de Daniel Bellofatto en Banfield, se respira un aire tan igual y tan distinto al del resto de los talleres. Hay olor a grasa, a nafta, a motor, a barniz y madera. Con un mate en mano y una sonrisa amigable, Daniel, de 52 años, recibe a cualquier vecino que quiera conocer sus creaciones, que define como “estados de ánimo”.