miércoles, 22 de abril de 2009 - 23:50

La Barra, presente en la Asamblea

Fuente: Diario Ole. La barra que apretó al plantel tiene vía libre en Banfield: la lidera un ex convicto, presiona en la asamblea de socios y hace fiestas en el polideportivo.

"No fue nada para alarmarse, vinieron a brindar su apoyo". Las palabras de Carlos Portell el lunes a Olé, tras conocerse que la barra había ido a Luis Guillón a apretar al plantel, intentaron minimizar el hecho. Es que visto en perspectiva y al lado del poder que tienen los violentos en el club, que hayan aparecido para "charlar" con los jugadores es, apenas, un eslabón más en la cadena. De un tiempo a esta parte, la fracción Villa Niza que tomó el liderazgo de la barra, hace y deshace muchas cosas en Banfield. Pruebas al canto: dos semanas atrás estuvieron en la asamblea de socios que discutía aprobar el balance que aunque presentaba un superávit de $ 19 millones, tenía según la oposición puntos oscuros. Se ubicaron en lugares estratégicos y cada vez que un asociado objetaba algo, se acercaban intimidándolo. Como si fuera poco también votaron, porque son socios aunque según fuentes de la institución no son ellos justamente quienes pagan las cuotas sociales.

La barra está liderada por Miguel Angel Tuñinali, un ex convicto que recuperó la libertad tras pasar casi cuatro temporadas en prisión. El prontuario de Miguelito suma delitos de robo y presunto abuso de mujeres y en el ámbito del fútbol tuvo una causa por amenazas y otra por violencia en los estadios. Aún se recuerda su imagen del 17/11/03 en Vélez, cuando lideró una pelea contra la otra fracción de la barra. Esas imágenes lo condenaron: las víctimas de sus delitos por robo y abuso lo reconocieron y terminó preso.

Cuando Miguelito salió, la barra estaba bajo el mando de El Ruso y Mikimba, de la histórica fracción Roma y Lynch. Pero ambos cayeron presos por robo e intento de homicidio y Miguelito recuperó el mando a sangre y fuego junto con su fracción de Villa Niza, que sumó gente de la zona de Camino Negro. Y empezó a hostigar a la dirigencia que encabezaba Carlos Portell hasta que a mediados del año pasado, esto cesó. En el Sur se dice que fue por un arreglo tal que Miguelito y los suyos hasta votaron en la cerrada puja que le dio a Portell el año pasado otro mandato en el club.

Quienes frecuentan el Taladro sugieren que su real apoyo es el kirchnerismo, representado en el club en la figura del vice segundo, Gastón Lasalle, que es Director de Habilitaciones del Municipio. También se habla de la influencia de Martín Insaurralde, fana de Banfield y secretario de Gobierno del intendente de Lomas de Zamora, Jorge Rossi. Lo cierto es que sea por una u otra cosa, el poder de Miguelito es inmenso. Por ejemplo, el club le cedió el Polideportivo de Luis Guillón para hacer una gran fiesta de fin de año para toda la barra, en un hecho inédito. La impunidad es tal que la semana pasada estuvieron en una cancha aledaña adonde practicaba el plantel arreglando el telón dañado que estrenaron el año pasado y al que le agregaron ahora la leyenda "Mientras todos cambian, nosotros evolucionamos". Ese trapo será reinaugurado este viernes, cuando Banfield juegue en el Florencio Sola frente al Lobo platense. Paradójico: su evolución es la involución de una institución que supo ser modelo y ahora cobija a los barras. barrabrava